Más negro que la noche
Sinopsis de la película
Después de la muerte de su tía, su sobrina se convierte en heredera de la vieja casa con la condición de cuidar a la mascota de la tía, Becker un gato negro, ella se muda a la casa junto a sus 3 amigas. Días después el gato aparece misteriosamente muerto en el sótano y cosas extrañas comienzan a suceder en la casa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Más negro que la noche
- Año: 2014
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
3.3
65 valoraciones en total
Nunca entenderé esa absurda necesidad que ven algunos productores, en hacer refritos.
Más negro que la noche, era una película sencilla, de un terror muy simple, casi simplista, rodada sin pretensiones pero que tenia sus momento.
Este refrito a la mitad se convierte en otra cosa, además me chirría ese gótico tan falso e impostado que tiene, algo que el género de terror actual ha hecho un artificio insoportable de ver, igual el estilismo de sus protagonistas, aunque tal vez sus atuendos representen sus diferentes personalidades, absurdas todas ellas, lo peor de todo es que más de la mitad de la película es sobre estas chicas pululando por la casa sin hacer nada, contrario a la otra que estudiaban o trabajaban, en esta de la única que se tiene conocimiento de algún trabajo es Adriana Louvier que escribe, no sé sabe qué o para qué, ya que no sabemos si es una escritora profesional, si escribe ficción, como se supone, si tiene algo publicado, nada.
El resto, bueno el dizque terror, es como en todas estas películas un espíritu vengativo, que ya se sabe creado a base de maquillajes y sobre todo efecto computarizados que no asustan a nadie, sumado a que todo lo dan masticado y al contrario que la original que trataba de causar mayor intensidad con pocos recursos, esta hace uso y abuso de todos ellos, del espíritu, del gato, en fin no vale la pena.
Ser el primer filme mexicano en live action realizado desde su concepción en 3D es la carta de presentación con la que llega Más negro que la noche, remake de la película del mismo nombre hecha por Carlos Enrique Taboada en los 70s, la cual es considerada por muchos expertos como una de las mejores películas de terror de nuestro país.
Tras la muerte de su tía, Greta hereda su mansión a la cual decide mudarse con tres amigas, la única condición para poder habitar la casa es cuidar de Becker, un gato negro que solía ser la mascota de su tía. Sin embargo a su llegada a la imponente mansión, sucesos espeluznantes comienzan a ocurrir a las cuatro mujeres. Esta es la premisa con la que inicia Más negro que la noche, que si bien se trata de un remake, no es una copia como tal del filme original, ya que el director y guionista Henry Bedwell decide darle un giro a la historia a partir de la mitad de metraje.
Bedwell promete terror y sustos, y al menos eso intenta desde el inicio hasta el último segundo del metraje, buscando crear una atmósfera macabra donde en cualquier momento el espanto puede hacerse presente, con una fotografía llena de oscuridad y sombras. Sin embargo de aquí emana el primer error del filme, en su provocación total por asustar al público se pierde cierta naturalidad en los sustos, todo es demasiado artificial tanto en la realización como en la narración de la historia.
El segundo error viene en el mismo que cae el 99% de las películas de terror que se hacen hoy en dia, creyendo que la mejor fórmula para conseguir un susto es elevando el sonido inesperadamente con un movimiento de cámara rápido para dar paso a una imagen que haga pegar el grito, y si, puede funcionar en el momento, el problema es que pasando la sorpresa el terror se evapora por completo. No hay terror psicológico, no hay un golpe de horror a la mente del público cuando los créditos finales aparecen en pantalla, no habrá pesadillas en los sueños del espectador pues el terror es momentáneo, no se queda grabado.
A nivel narrativo la primera parte del film cumple acertadamente, con la presentación de los personajes, el desenvolvimiento de la historia para finalmente dar paso a las bombas, sin embargo con la llegada del climax todo se escapa por completo de las manos del director, comienzan una serie de sustos cada cinco segundos para intentar no dar respiro, pero lo único que hacen es sofocar a un espectador que ya ve todo muy rutinario y cansino, ni siquiera las escenas fuertes visualmente (muy bien hechas eso sí) consiguen el impacto que deberían.
Interpretativamente las cuatro actrices principales no poseen la fuerza que se necesita en un filme de este tipo, siendo opacas en cada secuencia por la roba escenas Margarita Sanz que encarna a Evangelina, la extraña sirvienta de la mansión.
En lo que respecta al 3D está bien hecho en muchas escenas aunque tampoco es necesario verla en este formato, aunque hay una secuencia en específico que con la ayuda de efectos visuales es muy agradable para la pupila, pero no es suficiente para justificar esta técnica.
Más negro que la noche termina por ser entretenida pero es fallida tanto en su intento por hacer asustar como en la conquista con su trama, tampoco logra rendirle homenaje al filme original, que pese a no ser perfecto era bastante interesante en su concepción de horror. Todo termina siendo muy oscuro para esta película, demasiado negro, con muy pocos rayos de luz.
http://alegatorevista.wordpress.com/2014/08/05/resena-de-mas-negro-que-la-noche-de-henry-bedwell/
El tiempo es el motivo de toda adaptación cinematográfica, que se paga por su falta de originalidad: el tiempo del México de 1975 y el del México de 2014 son diferentes, qué ocurría en la una y qué está ocurriendo en la otra es igual a preguntase sobre los contrastes entre las dos obras, o también, sobre los elementos que se mantienen, a pesar del tiempo, en común. Para hacer justicia a la película, me enfocaré en lo último, ya que es lo que no se ha cambiado- lo que se ha mantenido- la característica primordial del terror universal y no los detalles políticos del film.
El objeto que habla por sí solo con total autonomía y que en el film de 1975 adquiere un horror y protagonismo más notorio y espontáneo es el personaje de Becker, el gato. Por qué este animal causa tanto terror, me permito una remisión a la tradición del bestiario simbólico: el gato personifica la puerta al otro mundo, una protección no física contra los fenómenos negativos, reciclaje de las energías más etéricas y espirituales, alimentados por magos o brujos quienes utilizan este tipo de energías, sugerente es que en estas películas sea, más encima, negro. Esto, sin embargo, es secundario, si tomamos en cuenta quién tiene la custodia del animal y a quién se lo encomendaron.
El film posee bellas tomas e imágenes color oscuro con abundantes primeros planos de los variados elementos pertenecientes a la casona, que, si no es la tía o su sobrina, es el verdadero protagonista de la historia, la que tras su fachada guarda muchos misterios, incluidos la tía y el animal, las pinturas con motivos mitológicos, rosas en un momento marchitas y en otro lozanas (véase crítica de la película Mindscape (Anna), 2013, en la cual se detalla el significado de esta planta), la vitalidad juvenil puesta a prueba, y las inclusiones originales como es el trato del tiempo detenido y el tema lujurioso de la infidelidad.
Un guión con un número acusado de flash back denota la cercanía con un misterio guardado por mucho tiempo bajo llave, que no le importará pasar sobre la insípida y linda modernidad, exteriorizando con ello que, lo que se mantiene en la oscuridad, no es un juego.
Henry Bedwell fue inteligente en armar, como los antiguos montajistas, una película con gracia rítmica y colorida, sin embargo en una modernidad sedienta de ser la fuente de la acción, no alcanzará, con la sutileza y paciencia del suspenso, la identificación del público. Tal vez la nota distintiva, en este ámbito, sea la introducción de la traición y transformación final de la heredera, conectada con los cambios políticos de México, lo que le faltó al egoísmo de la película y del México del 75.
Se sigue con la (mala) moda de actualizar los clásicos del terror mexicano realizados por Carlos Enrique Taboada, ahora le toca el turno a Más negro que la noche, solo que mas que remake, termina siendo una superficial parodia.
La premisa es más o menos la misma, una chica (Zuria Vega) hereda de su tía solterona una importante cantidad de dinero y una vieja mansión, donde vive Evangelina (Margarita Sanz), una vieja ama de llaves y el gato Bécquer, a quien debe cuidar como única condición para hacerse de la herencia. La chica se muda junto a tres amigas para vivir en la casa. Un incidente con el gato las complicará y desatará la furia del fantasma de la abuela.
Dejando cualquier sutileza de lado, el guión, que ha sido adaptado por el mismo director, se encarga de sobre explicar cada situación de la manera más torpe, además inventa una tragedia en el pasado de la abuela muerta para justificar los hechos que sucederán a continuación y actualiza a los personajes femeninos para hacerlos parecer modernos (para algunos directores de hoy en día, modernizar un tema es agregarle tópicos referentes a drogas y homosexualidad).
Bedwell nunca consigue generar atmósfera alguna y la tensión necesaria en una película del género está ausente en todo momento, por lo que tiene que recurrir al abuso de golpes de efecto para provocar algún susto. Todos los personajes que llegan a la casa tienen miedo porque sí, siempre están alertas a algo que sucederá sin justificación alguna y les encanta hacerse aparecer de la nada, provocando así el sobresalto de algún otro personaje.
En cuanto al casting, Zuria Vega, Adriana Louvier y Ona Casamiquela (española para justificar la coproducción) nunca consiguen el tono adecuado de sus personajes, ni transmitir el miedo que se supone están viviendo, ni sensualidad, ni nada. Sólo Eréndira Ibarra saca a flote su personaje a pesar del incómodo look que le asignaron y que cada tanto debe cumplir con las arbitrariedades que le marca el guión. Están a años luz de lo conseguido por Claudia Islas, Susana Dosamantes, Helena Rojo y Lucía Méndez, que tampoco eran unas virtuosas pero tenían claro que hacer frente a la cámara. Margarita Sanz cumple con creces y es la única que colabora con el tono adecuado del filme como el ama de llaves de la casa.
Con el mérito de ser la primera película mexicana de acción real filmada en 3D, que sirve más como accesorio y sin función dramática alguna, esta nueva versión termina siendo un mero entretenimiento que entretiene poco y una película de terror que no asusta nunca y que encuentra su momento más valioso cuando las chicas miran por TV la versión original filmada por Taboada.
Extraño remake que bajo el mismo título de la de 1975 «Más negro que la noche» de Carlos Enrique Taboada se produce cuarenta años después, con nuevos datos en el guión, detalles en dirección de arte acentuados por fx, y una estructura que trata de apegarse a lógicas de las cuales primera versión prescinde.
Una vez más al contemplar una nueva versión de las obras de este director, se retoma el argumento general y para este caso el gato, una difunta y su ama de llaves y cuatro mujeres que ocuparán la casona heredada por una de éstas, serán el hilo conductor hacia una progresión de eventualidades que al género de horror corresponden.
En los últimos 10 años, cada director que ha intentado evocar las creaciones de Taboada sucumbe a la comparación con la mala nota —incluso la presente fue desafortunada con la crítica implacable—, mas al no ser una copia fiel suscitan ese interés necesario para descubrir la reinterpretación de Henry Bedwell, —al que seguramente le tocó la transmisión de éstas en incontables ocasiones por el viejo canal de las estrellas—, para hoy decidirse a la realización de «Más negro que la noche», una película vieja en tiempo, pero latente en el recuerdo de generaciones no tan longevas.
Para la crítica especializada la película no alcanza mejores adjetivos, no obstante al incorporar una historia alterna, es donde radica su mayor acierto. Almas del pasado trascendentes a la línea del tiempo, en búsqueda de subyugar el fracaso a través del castigo entre los del presente, actualmente como tendencia que puede o no funcionar, muy en boga en las cintas de este género.
Para la versión de este director hay licencias en el perfil psicológico de las mujeres, éstas abandonan el esbozo del defecto y son insolentes, desleales, cínicas, hipócritas, inapegadas y hasta adictas, todas al acecho de la comodidad y la despreocupación a través del tercero —algo muy frecuente con las nuevas generaciones—, donde el hedonismo pareciera embarrarlas y les permitiera notarse cabizbajas y mucho menos humildes. Personajes trazados sí muy superficialmente, que empañados por la indecisión del director y la línea comercial, a su vez moralina de la productora, no terminan por mostrar abiertamente características complementarias de la psicología de las ahí presentes, dejando entrever lesbianismo o gusto por el sexo muy sutilmente, sin permitirles mayor juego dentro de la trama.
La elección del reparto también pareciera un punto débil y coartado por quienes se encargan de poner los dineros: a la cabeza y para no perder costumbre las chicas televisa, la dupla Zuria-Louvier, ambas tibias, anodinas y sin matices, seguimos con una española forzadísima en el papel de Vicky, con registros erróneos en el susto o la angustia, el contrapeso lo da Sanz junto con Ibarra, la primera generando tensión con una actitud hosca y desconfiada, mientras que la segunda consigue bajar la incertidumbre por momentos, dados los parlamentos de Pilar, quien es desparpajada y que sabe darle entonación al humor negro que le caracteriza.
Pareciera que de noche todos los gatos son pardos, hoy Henry Bedwell si no hace un trabajo de excelencia dada su disparidad en muchos aspectos, entretiene y podría superarse cuidando al máximo detalles que se le fueron de las manos en esta ocasión en su próxima película.
Buena fotografía, dirección de arte y efectos especiales…