Los señores del acero
Sinopsis de la película
Europa Occidental, principios del siglo XVI. Una banda de mercenarios que se dedica al pillaje y está encabezada por el soldado Martin, pretende robar a Arnolfini, su anterior señor feudal. Para ello Martin forma un ejército con el dinero conseguido del robo de reliquias. Después de secuestrar a la hijastra de Arnolfini, la princesa Agnes, la salva de ser violada y ésta le promete amor eterno.
Detalles de la película
- Titulo Original: Flesh+Blood (Flesh and Blood) aka
- Año: 1985
- Duración: 126
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Opinión de la crítica
Película
6.3
36 valoraciones en total
Interesante visión verhoeveniana del medievo en la que no podía faltar el erotismo más embriagador, esta vez de la mano de una Jennifer Jason-Leigh veinteañera capaz de pasar de víctima virginal a puta manipuladora en cuestión de segundos.
Algunas escenas son bastante espectaculares. Con un presupuesto más holgado habrían quedado incluso mejor, pero es admirable lo bien resueltas que están.
Pero lo que realmente marca la diferencia –y me asombra que no se haya mencionado en las críticas anteriores– es la EXCEPCIONAL MÚSICA de Basil Poledouris, que está a la altura de sus trabajos más conocidos.
Lo mejor: el exquisito gusto del director para integrar el erotismo en las historias de manera que no suponga una excusa comercial, sino una forma de oscurecer a los personajes, la mala uva del guión, cuyas críticas hay que saber extrapolar a la época actual –no se pierdan al cura cirujano anquilosado en la superstición, ni se olviden de las arbitrarias interpretaciones que se dan a las señales de San Martín–, el espíritu políticamente incorrecto de Verhoeven –es impagable la escena romántica bajo unos cadáveres putrefactos ahorcados–, un ritmo adecuado que resulta entretenido, la música, las localizaciones.
Lo peor: la sobreactuación, sobre todo al principio, de un par de secundarios, bastantes licencias evidentes a la hora de reflejar la peste, el vestuario y las costumbres de aquella época.
El título original de esta película define mejor de lo que va que el que le pusieron en España. Carne y sangre es de lo que trata la película. La carne, sobre todo de la protagonista que se luce en un papel de hembra en celo que nunca se sabe muy bien de que lado está, y la sangre de esos guerreros que batallan por las riquezas que, al serles negadas les lanzarán al pillaje y a la venganza, siempre en nombre de San Martín.
La edad media es una de las épocas oscuras de la historia. Cargada de violencia y de supersticiones, está bastante bien mostrada en esta película. Sexo y violencia están presentes en la mayor parte del metraje, pero así como en otras películas resulta forzado y gratuito, en esta es justificado y lógico.
He visto en alguna crítica, no se donde, que la rebautizaban a la película como Los señores del fornicio , como broma es simpático el título.
Película para los que no tengan un estómago especialmente sensible.
La Edad Media según Paul Verhoeven: una época propicia para matar, robar y fornicar.
La película, como es de esperar en el cineasta holandés, está a prueba de buen gusto y de ñoñerías: religiosos matando a herejes a espadazos, infecciones de peste bubónica, mercenarios sin compasión, violación de vírgenes, escena romántica junto a un árbol con dos ahorcados en pleno estado de descomposición…
Desgraciadamente, la película está desequilibrada y va perdiendo fuelle hasta que el interés termina por reducirse. Parece que Verhoeven (que pasaba apuros para financiar sus filmes por aquella época) hubo de hacer numerosas concesiones y alterar la idea original de su guión para convertirlo en algo más convencional, lo que hace que uno entienda que la película flojee.
Pero eso no la redime.
Un película irregular. Interesante, pero irregular.
Los señores del acero es una película que, en muchos aspectos, me descoloca. Tiene un tono tan cambiante, unos personajes tan extravagantes y una trama tan extraña, que no solo no sigue los cánones de las películas con temática medieval, sino que como película sin más es una rareza y un continuo desconcierto en el espectador.
Está claro que la intención de Verhoeven es destripar el concepto de Edad Media tópico y plantear una historia donde los roles de caballero, dama, señor, pícaros y demás no estén tan claros. El personaje de Rutger Hauer es buena muestra de ello, parece que va a ser el héroe, pero conforme se desarrolla la película, vemos que no es un caballero modélico ni mucho menos. Roba, viola, mata sin compasión y se comporta de manera repugnante en muchas ocasioes, a pesar de lo cual -cosa curiosa- el espectador no lo repudia. Parece un baluarte de la revolución, del cambio de los tiempos. Es un personaje ciertamente singular.
Además, Verhoeven gusta de jugar con el tono de su narración. Pasa de ser dramático a cómico en pocos segundos, pasando por momentos paródicos, eróticos e incluso escabrosos. Los personajes quieren ser tan humanos que caen frecuentemente en la caricatura, pero Verhoeven salva esos problemas a base de ritmo y nervio.
Los señores del acero es una película que desmonta muchos tópicos sobre la Edad Media, y arriesga mucho con sus personajes y su historia. Es un planteamiento que cae en extremos frecuentemente, por lo que la trama se resiente en algunos momentos. Pero el resultado final es bastante curioso y, por qué no decirlo, atrevido. En cierta manera, es una película única.
Los señores del acero es una de esas películas por las que, sin considerarlas obras maestras, tengo una especial predilección. Así me ocurre con la práctica totalidad de la obra del maestro Verhoeven, que esconde generosas dosis de sutileza, transgresión y acidez tras una apariencia de comercialidad y banalidad bien facturada.
No es mi intención, no obstante, realizar una crítica del film, que por desgracia no tengo lo suficientemente fresco como para poder decir algo bien fundamentado, sino hacer notar un error de bulto en el que incurren la mayoría de las críticas. Pues Los Señores del Acero no está ambientada en la Edad Media, sino en el Renacimiento, cuando ya poco o nada quedaba de los usos y costumbres que podemos ver plasmados en filmes como El Nombre de la Rosa . Por ello, son especialmente infundados los juicios negativos acerca de la supuesta inexactitud histórica de la película cuando se la adscribe al período medieval.
Añado, también, que una película no es un libro de Historia. No tiene mayor sentido exigir a cada película de época el rigor propio de un tratado académico: ¿acaso los años 80 fueron como aparecen en Calles de Fuego , o los 50 como los viven los protagonistas de Grease ? Pues sí en algún aspecto, como también en Los señores del acero están recogidos con trazo grueso y caricaturesco algunos arquetipos renacentistas relacionados entre sí: el mercenario, el sabio humanista, el noble acaudalado, la doncella, etc. Y, también, en este caso de modo más profundo y complejo, el maquiavelismo moral que impregnaba la época.
No obstante, es evidente que el contexto histórico ocupa en esta película un plano secundario, sirviendo a Verhoeven para desplegar las constantes de su etapa americana aquí iniciada. Constantes que apuntan siempre a la puesta en cuestión de las convenciones establecidas en un formato fácilmente digerible y disfrutable, con varias capas de hondura. Por ejemplo, Los Señores del Acero parece una de espadas entretenida hasta que el espectador se da de bruces con la secuencia de una violación que se prolonga durante varios minutos, con un desenlace sorprendente y provocador. Del mismo modo que Starship Troopers parece una del espacio más bien tontorrona y fascistoide cuando de pronto nos sorprende con unas duchas mixtas que hombres y mujeres comparten con total naturalidad, o cuela las torturas censuradas a los alienígenas capturados emitidas por la televisión gubernamental. Una vez vistas estas secuencias disruptoras, al espectador inteligente que haya conectado con la propuesta estética de Verhoeven sólo le queda empezar a rascar en la superficie y comenzar a gozar de la auténtica dimensión de su cine. Con el valor añadido de que, sin necesidad de sesudos análisis, las películas de Verhoeven, y en concreto ésta Los Señores del Acero , son tan disfrutables como cualquier buen producto palomitero .