La gran aventura de Tarzán
Sinopsis de la película
Tarzán debe luchar contra un grupo de despiadados aventureros ingleses dispuestos a todo para hallar una mina de diamantes en la selva. Tras descubrir que esos hombres han matado a unos nativos, está dispuesto a acabar con ellos. Penúltima película de Gordon Scott en el papel de Tarzán.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tarzans Greatest Adventure
- Año: 1959
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
4.8
100 valoraciones en total
Por motivos ignotos, Tarzán nunca ha sido uno de mis personajes de ficción favoritos. Mi podio se configura con El Hombre Enmascarado, El Príncipe Valiente y Batman (sí, ya lo sé, hay dos enmascarados y un tipo con pinta de travestí, que los psicoanalistas extraigan sus conclusiones). Entonces, alguien se preguntará, ¿y por qué la viste, merluzo? Pues porque sale Sean Connery pre Bond, sólo por eso. El argumento es lo de menos. Gordon Scott, un tipazo de cuerpo 10 y expresividad 0, se despierta de dormir con Chita (yo no insinúo nada), y se entera de que unos malvados ladrones de diamantes andan por el río con aviesas intenciones, o sea, huir y vender la mercancía. En su persecución, se topa con una preciosa muñeca llamada Angie, un pibón de nombre verdadero Sara Shane, cuya carrera finalizó casi de inmediato. Escribió un libro de ficción y otro de autoayuda, por llamarlo de alguna manera, y hoy vive feliz y sanamente en Australia, a menos que los incendios le hayan pasado factura. Los villanos obedecen las órdenes del malvado psicótico Slade (Anthony Quayle, siempre una garantía de entrega a la causa), que cuenta con el tontaina de OBannion, un Sean Connery ya con peluco, pero de irresistible atractivo, dos majaretas más, y su amante, Toni, una Scilla Gabel que se pasa la película tomando el sol con poca ropa, un alivio para el espectador, otro pibón con cara de tragasables y suculentas curvas que participó en un puñado de películas infames y acabó de ama de casa como esposa de un tal Piero Schivazappa, tal cual, realizador y guionista de escasa fortuna. Hay stockshots por un tubo, mal integrados en la película real, y la sosería de Gordon Scott acaba por estomagar. John Guillermin era un director correcto en películas de bajo presupuesto y ambiciones limitadas (Yo fui el doble de Montgomery, El robo al banco de Inglaterra), pero nefasto cuando tomaba las riendas de blockbusters como El coloso en llamas o el inenarrable remake de King Kong, por no hablar de King Kong 2, algo para lo cual no existe medicamento. La gran aventura de Tarzán aburre serenamente, y sólo te despiertas cuando la Gabel sube a cubierta y se baja el vestido. Por tanto, escaso bagaje para tanta travesía.
Tarzán, ese hombre mono que camina a nuestro lado desde la niñez, que a lo largo de la vida se reinventará en busca de la última y más grande aventura, creo que es nada más que eso, un hombre mono que te aparece como un cuento pero que nunca llega a consolidarse como el héroe a tener en cuenta y del que siempre esperas nuevas noticias.
Será su idiosincrasia tan lejana a nuestra civilización. Aunque aquí, Gordon Scott se aleja del primitivo y auténtico hombre mono, de nuestro entrañable Johnny Weissmuller, que acabó sus días en la vinagra, lanzando agónicos gritos selváticos y asustando a las enfermeras mientras saltaba de cama en cama intentando agarrarse a las lámparas. Aquí Tarzán es educado y sabe relacionarse, y emplea perfectamente los verbos, los participios y los gerundios, aquí se elimina el infinitivo perpetuo para conseguir un cambio de imagen aconsejable a la trama, una renovación no traumática.
No obstante los elementos típicos no pueden variar, los graznidos de los pájaros exóticos escondidos entre el follaje no pueden desaparecer, y los negros con sus lanzas tampoco. Hay que tener en cuenta que al prevalecer el ecosistema, el veganismo y esas cosas, el intrusismo de la civilización es dañino, por lo que los extranjeros que vienen en busca de diamantes (riqueza), son claramente malvados, asesinos y ladrones. Aunque no quita que otros sean buenos, el caso es que los malvados serán perseguidos por Tarzán ya que es la razón de la película y de su aventura. En este aspecto seguramente no saldremos defraudados, a no ser que vayamos con la escopeta cargada contra Tarzán a no pasarle ni una.
Por último, no faltan las mujeres de aire aventurero, una de ellas indispensable partenaire de la fiereza natural del macho irradiando ambos potentes feromonas en el ambiente para que se le suba el taparrabos a Tarzán.
No digo que busques esta gran aventura, pero si la encuentras, al menos salúdalo.
Algún día Tarzán formará parte de Los Vengadores, al estilo Daredevil.
Entrañables recuerdos de mi niñez, por allá en la década de los 80. Típica película de media tarde, por aquel entonces en Televisión Nacional de Chile, único canal de TV que se veía aquí en Copiapó, en el norte de Chile. La película cuenta con la dirección de John Guillermin, que tiene a su haber películas de buena factura que rodó posteriormente (véase Las Águilas Azules y El Coloso en Llamas ), el cual a mi juicio, lleva bastante bien la película, pero el guion es un tanto deficiente y por momentos enredado. Los parajes de la selva, me parecen apropiados y fueron rodados en Kenia, excelente país junto a Tanzania y el antiguo Zaire, hoy República Democrática del Congo para filmar este tipo de películas. Gordon Scott es un Tarzán bastante creíble, aunque esta no es su mejor cinta del hombre-mono. Cuenta con un antagonista de lujo, Anthony Quayle, notable secundario británico con muchísimas intervenciones en películas de la talla de Ha Llegado el Águila y Los Cañones de Navarone . En fin, interesante para pasar un tiempo recordando tiempos pasados.-