Himalaya
Sinopsis de la película
Himalaya narra la historia de una milenaria tradición: la caravana anual de yaks, en la que se transporta sal desde un remoto pueblo en las montañas hasta la llanura. El jefe de la tribu es quien encabeza la marcha, pero ante su inesperada muerte, es preciso escoger un sucesor. En este momento surgen las rivalidades entre los miembros de la tribu y las diferencias entre el nuevo sucesor y el hombre sabio y consejero de la tribu les llevarán a iniciar la expedición por separado, siguiendo rutas diferentes y enfrentándose a situaciones extremas…
Detalles de la película
- Titulo Original: Himalaya - lenfance dun chef
- Año: 1999
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
6.7
89 valoraciones en total
Una región aislada del mundo por el Himalaya, sus habitantes, sus hábitos y su forma de conseguir alimentos. Una historia de aventuras, superación personal y drama familiar. Cruzar la cordillera más alta del mundo una sola vez es un hito para cualquier persona, pero en esta región se ha de cruzar todos los años para conseguir comida.
Esta es la historia de una caravana de hombres, niños, ancianos y mujeres que han de cruzar junto a los bueyes para poder seguir comiendo. Se han de enfrentar a muertes, mal tiempo, y creencias antiguas, para llegar a su destino. Una sencilla y bella historia con el Himalaya de fondo. Una sorpresa y un ejemplo de buen cine.
En la tradición nepalí cuando un individuo se halla ante dos caminos y no sabe cuál será el mejor, debe escoger el más difícil. Esa elección será la más sabia y será la que más satisfacciones le otorge a la larga. En parte, el argumento de este filme coproducido por cuatro países, tres europeos y el cuarto Nepal al que se le cedió la autoría, tiene bastante que ver con ese pensamiento.
También hay otra máxima de sabiduría en la tradición del Nepal, la cual alumbra: Un jefe, un verdadero jefe, siempre empieza desobedeciendo . Dicho que se aprovecha de igual modo que el anterior citado para comprender parte del guión de esta película, donde dos protagonistas principales, uno viejo y otro joven, el primero respetuoso con la tradición religiosa de sus ancestros y el segundo independiente y no creyente en la religión y sus atributos, ambos de corazón bravo e idiosincrasia testaruda, pugnan entre sí por ganarse la consideración de jefe, de ser el lider que conduce la caravana de su pueblo, aquella que ha de llevar cada temporada a través de las montañas la sal para vender y que supone el principal medio económico de subsistencia.
Notable película por lo exótico de los que la conforman, sus paisajes, sus costumbres y el mensaje (de problemas y soluciones humanas) que propugna.
Fej Delvahe
Aunque nos parezca imposible, los habitantes de la región de Nolpo, en el Noroeste del Nepal, tienen que atravesar una vez al año gran parte del Himalaya con sus cargamentos de sal para poder intercambiarlos por grano, ya que de lo contrario no pueden subsistir. Este motivo es suficiente para impulsar a un pueblo que vive con lo imprescindible a hacer un viaje plagado de obstáculos servidos en bandeja por la propia montaña, que obliga a desfallecer a menudo a los distintos miembros de esta singular caravana, de la que los yaks, bovinos que llegan a pesar 1.000 kilos, forman parte como cualquier otro ser humano, con sus necesidades, y sus esfuerzos.
Cuando transcurren los diez primeros minutos de la película, el realismo y la fuerza de las imágenes, y la potencia de la banda sonora, consiguen que a partir de ese momento te dejes llevar sin darte cuenta por las desventuras de estas personas cuya fortaleza se basa en sus convicciones, en sus creencias y también en sus necesidades, a las cuales dan vida en la ficción auténticos habitantes del Himalaya, caravaneros, sherpas, y actores no profesionales que cuando miran a la cámara no necesitan hablar para transmitir sus temores, su dolor, su alegría por los pequeños logros, y su capacidad para liderar a una comunidad entera y vencer con energía su desánimo.
La narración se nos presenta con la tranquilidad característica del cine oriental, pero
está plagada de sobresaltos, alcanzando uno de sus momentos más álgidos, a mi juicio, en la secuencia que tienen lugar en el pasadizo junto al lago, cuyos efectos no pueden expresarse con palabras.
¿Arte o maestría? Himalaya sobrepasa con creces la artesanía virtuosa: no es un excelente ejercicio narrativo, no es una película elaborada con erudición en técnicas cinematográficas. Eric Vali no es artesano, ni tampoco maestro , si no un condenado Poeta. Himalaya trasciende a algo mucho más elevado que las propias imágenes y sonidos de la película, que son un excelente y maravilloso vehículo que conduce a una serie de mensajes e ideas espirituales más allá de la religión y de la carne. Detrás de un guión meticuloso, una dirección ágil y brillante y unas imágenes poderosas, se esconde la mismísima condición humana, la complejidad y la belleza de existir, de hacer, de pensar y sentir. Un poema hermoso que homenajea la vida a toda costa, que inspira fuerzas para seguir adelante. La vida está construida a base de metas, objetivos, de un avance, a veces doloroso, necesario para poner a prueba nuestra existencia. Vivir es hacer, luchar, pensar, disfrutar, superar obstáculos. El ser humano es un ser de avance, de progresión. En Himalaya todo se mueve, cambia. Desde los mismos yaks y sus pastores en busca de un intercambio justo hasta los movimientos de cámara y las nubes.
La muerte, el orgullo y la rivalidad (temas complicados fáciles de juzgar) son contemplados con ternura y benevolencia. No hay buenos ni malos. La orgullosa rebeldía de Karma contra la sabiduría ancestral que parece atacar a nuestro entrañable protagonista, no es vista como un sentimiento destructivo, si no como una fase natural y necesaria de la evolución. El choque generacional al que estamos acostumbrados en el cine, brutal y descarnado con exagración, en Himalaya no es más un aspecto lógico de la vida misma, y en vez de ponerse chulos, se respira con respeto y buen juicio. El joven necesita al anciano por su experiencia y sabiduría naturales, y el viejo requiere del joven su pasión y fortaleza. El filme de Valli es también un honesto código de conducta y jerarquía: puedes ser el jefe, pero incluso los jefes han de escuchar a los dioses . Y es que los habitantes de la aldea del filme lo saben muy bien: la vida es difícil, es un reto constante, y al más mínimo fallo la supervivencia de muchos corre un gran peligro. Las responsabilidades, se nos da a entender, no es un juego de orgullo, es otro reto, y la conciencia de todo lo que ello supone es vital para el éxito.
La fotografía de Eric Guichard es virtuosa. Las imágenes no son solo espectaculares, si no increíblemente evocadoras. Mención aparte requiere la banda sonora compuesta por Bruno Coulais, su mejor partitura sin duda alguna. No es que la música salve los momentos bajos del filme, es que la música también es un mecanismo narrativo, no es un adorno, y mucho menos en Himalaya . La música eleva, no solo acompaña, y la historia de la película de Valli se fortalece con unos temas absolutamente hermosos.
Un noble regalo, un viaje imperecedero al fondo del alma y al abismo de la vida. Ay, el cine…
Aventuras que encierran no sólo un duro viaje de caravaneros, sino también una detallada descripción, cercana al documental, del segmento más pobre y rural de la sociedad nepalí.
Cuando el ritmo decae, surge el talento de Coulais para echarle una mano al director.
Y una moraleja: no siempre hay que eludir las dificultades: a veces se aprende (aunque lo chungo es que los protagonistas confunden las cosas y lo llevan todo al terreno de la superstición), se llega a conocer verdaderamente a las personas… ¡y a veces no queda más remedio! Las lecciones más importantes de la vida se aprenden así, ¡incluso cuando esa lección es que no debes complicarte! (¡Dios mío, acabo de adentrarme en el farragoso mundo de la paradoja!)