El último exorcismo 2
Sinopsis de la película
A Nell Sweetzer (Ashley Bell) la hallan, aterrorizada y sola, en una zona rural de Luisiana. Instalada en Nueva Orleáns, la chica se percata de que no puede recordar casi nada de lo ocurrido en los últimos meses, solo que es la única superviviente de su familia. Mientras intenta a duras penas rehacer su vida, el maléfico poder que la poseyó le tiene reservado un plan tan aterrador que su primer exorcismo no será más que un pálido ensayo de lo que está por venir.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Last Exorcism. Part II (The Last Exorcism 2) aka
- Año: 2013
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
3.4
64 valoraciones en total
La masa del público resulta a veces de un capricho inexplicable para encumbrar unos filmes y menospreciar otros.
La primera parte del exorcismo, la original, grabada con una cámara temblorosa en modo sepia, en donde no se veía practicamente nada con claridad, fue del agrado de mucha gente que la ha elevado a un 5 de promedio en esta web.
Luego llega esta secuela, con muchos más medios, mejores ideas, cámaras fijas y efectos especiales (casi) decentes, y la hunden en la miseria.
Hecho este desquite que me atraerá el desagrado de legión de frikis, he de decir que el film sigue siendo un bodrio, que duda cabe, pero hecho con cierta calidad, al menos nos enteramos de lo que está ocurriendo en la pantalla, lo que es mucho y bastante que agradecer. Algunos efectos, aparte de las típicas levitaciones, que están dignas, siguen siendo de edición de video, y cantan por su origen de programa gráfico. No obstante le he subido un punto más que la anterior cinta porque al menos los personajes no se pasan el tiempo gritando, tienen algo de fondo, y resulta entretenida, lo que ya de por sí justifica un visionado poco exigente.
Con un final de nuevo abierto a secuelas, como no iba a ser menos…creo que tendremos últimos exorcismos para rato, antepenúltimo, penúltimo, y lo que haya menester… todo depende que el señor demonio siga aceptando esos papelitos en los que es la estrella… quién iba a negarse a un dulce… ni siquiera Abalam…
En el 2010, Eli Roth nos traía una película dirigida por Daniel Stamm, una película chiquita, que tenía la característica de estar filmada con cámara subjetiva. En la trama, la excusa era la grabación de un documental que hacían para mostrar cómo se podía fingir un exorcismo, aunque, por supuesto, comenzaban a pasar cosas que ya no podían explicar.
La película fue un éxito, recaudó con creces mucho más de lo que había costado… y no pudieron evitar pensar en una secuela. Esta vez, cambiando el director: Ed Gass-Donnelly, y pasando a un tipo de relato más formal, con una cámara invisible. Ya desde el título de la primera película podemos percibir que una secuela es totalmente innecesaria, la idea era que ése fuera el último exorcismo. Sobre todo teniendo en cuenta que la película estaba muy bien.
Esta segunda parte, que trata sobre la protagonista de la primera, intentando rehacer su vida como puede, muestra a una Ashley Bell entregada a su personaje, pero en una historia forzada y estirada. Ella hace lo que puede y no le sale mal, el problema reside en otro lado. El film comienza con unos breves pantallazos a aquello que sucedió en la primera parte, por si alguien no la vio.
Si bien ella está viva y, a simple vista para los demás, bien, aunque un poco traumada, percibe que el demonio todavía la persigue. Cuando comienza a mejorar, y a creer que puede decidir que aquello que pasó no fue real, la cosa se intensifica. Esta película de terror tiene más de drama que susto, que en general tampoco son efectivos, y poco aportan a la temática de los exorcismos.
El problema ni siquiera reside en la cantidad nula de efectos especiales (se trabaja al tema no tanto desde lo visual, como en otros exponentes del género), o de sangre derramada, y quizás ni siquiera en lo lejos que se encuentra temáticamente de la primer parte, donde había una lucha psicológica y cuestionamientos sobre la religión y la fe, sino en un guión que sólo toma unos pequeños detalles para construir una historia sin fuerza para atrapar al público.
Me parece una pena que Eli Roth haya decidido producir esta innecesaria segunda parte del film de terror. Las conexiones que hacen entre una y otra (la figura del padre, las botas que le gustaban a ella) no alcanzan para lograr una secuela digna. Aún así no pienso dejar de seguirle el rastro, un traspié, sobre todo después de un éxito inesperado, lo puede tener cualquiera.
http://elespectadoravezado.com.ar/index.php/criticas/2-hemos-visto/850-the-last-exorcism-ii-el-demonio-interno
En unos tiempos en los que la temática del exorcismo en la gran pantalla se ha visto reducida al arte del contorsionismo, The Last Exorcism se hacía eco de esa misma moda pero lograba sorprender por ser autoconsciente y casi paródica en un primer término y astutamente perturbadora después ayudándose del found footage como arma de terror en primera persona. La película de Daniel Stamm multiplicaba por más de 20 su presupuesto de 2 millones de euros en taquilla y esos números solo tienen una traducción posible en la jerga cinematográfica: secuela.
The Last Exorcism Part II toma las riendas de la historia minutos después de los créditos finales de su predecesora y centra todos sus esfuerzos en el personaje de Ashley Bell, quien repite en una secuela ridícula que inmola todos los méritos logrados por Stamm a base de un guión aburrido, absurdo y carente de interés, exceso de efectos de sonido estridentes que sustituyen la poca habilidad para generar escenas inquietantes, personajes secundarios de cartón piedra, líneas de diálogo de un patetismo inaudito, algún que otro CGI digno de Asylum y un final a la altura de todo lo descrito.
Ed Gass-Donnelly sustituye el cámara en mano por el lenguaje convencional y, con él, deja atrás el discurso generado en la anterior sobre doctrinas religiosas extremistas provenientes de una América profunda aislada de los cánones de la educación y el progreso. The Last Exorcism dibujaba con acierto esa clásica fina línea que separa la fe y la incredulidad, lo paranormal y el trastorno psicológico, la ciencia y la religión. Y lo hacía a través de un mecanismo inspirado, desacreditando y destruyendo en una primera hora aquello que minutos más tarde generaría de nuevo las dudas en nuestra mente y nos helaría la sangre. Con el personaje del reverendo Cotton y lo irónico de su ateísmo, la compleja lucha psicológica a la que se ve enfrentado una vez los fenómenos inexplicables empiezan a ocurrir en casa de Nell.
Nada de eso está presente en esta secuela. Aquí la historia se reduce a la reinserción social de Nell en un hogar de acogida para jóvenes problemáticos que comparte con un grupo de secundarias de nula empatía y un paseo por su despertar sexual bajo el acoso de su anterior huésped –Abalam –con el que protagoniza una historia de amor imposible o Crepúsculo entre una aspirante a redneck del año y un ente de los infiernos. Nell se ha convertido en una chica amnésica fascinada en extremo por todo lo que le rodea a un nivel tan primitivo y ridículo que convierte la mayor parte de la película en una comedia involuntaria aún y su afán por tomarse en serio a sí misma.
Los únicos minutos tímidamente inquietantes tienen lugar en el prólogo, todo lo demás es un compendio de situaciones intrascendentes cargadas de golpes de efecto estruendosos que tienen el objetivo de preparar el terreno para el clímax de un segundo último exorcismo que se desinfla del mismo modo que disminuyen los espeluznantes contorneos de Bell por las delicadas caricias fantasmales nocturnas. La protagonista –maravillosamente aterradora en la primera parte– hace lo que mejor puede en un papel que lleva su personaje casi al autismo más absurdo.
Candidata a peor película del año y con diferencia.
http://www.terrorweekend.com/2013/03/the-last-exorcism-part-ii-review.html
Mal empezamos cuando el cartel de la película es tan espantoso (y no precisamente por el miedo que produce).
Érase una vez una posesa llamada Nell que no llegó a morir en la primera parte aunque todo lo daba a entender. Esta chica vigilada por los de la secta satánica entra en una especie de casa de acogida de adolescentes y no se acuerda de nada.
Pero el demonio es ladino y quiere seducirla con visiones y sueños húmedos, en vez de contorsionarla hasta la muerte.
La película es bastante mala y rompe con la primera parte. Aquí ya no tiene el formato de falso documental, pero el argumento es aburrido hasta decir basta.
Las actuaciones son bastante penosas y, aún siendo muy corta, está plagada de escenas de relleno que no aportan nada.
Hay pocos y malos efectos especiales, pues prácticamente no pasa gran cosa hasta el final.
Podría haber estado mucho mejor si se hubieran centrado en el tema diabólico y no dar tantos tumbos para no llegar a ninguna parte.
El exorcismo que le da nombre ocupa una mínima parte con muy poco interés y muy mal hecho. Me parece patética la forma en la que representan al demonio, con esa máscara que más que miedo da pena.
Muy mal. No tanto como Devil inside , pero casi. Desde luego los títulos de posesiones cada vez están peor.
La cinta se trata de una ampliación directa de la historia narrada en la primera entrega, por lo tanto, nos encontramos con una historia que busca continuar de manera más o menos lógica los acontecimientos de la película original, aunque con una puesta en escena que nos recuerda poderosamente a la utilizada en Mamá de Andy Muschietti.
El papel principal recae en Ashley Bell, una actriz que ha demostrado ser más que solvente en su rol, el cual irá cambiando desde una chica asustada y casi autista, hasta poco a poco ir aprendiendo de nuevo a comportarse en sociedad. Todo este viaje está bastante bien estructurado, y Bell ha sabido no salirse de su papel y vemos una evolución constante en su personaje, que recordemos, no había tenido una vida muy normal en la primera entrega, por lo que se muestra tímida e inocente, algo en lo que la actriz se ha esforzado en mostrar en pantalla, consiguiéndolo en la mayoría del metraje. Si a ello le sumamos las escenas de mayor tensión, algún que otro cambio de registro en su rol por exigencias del guión, y todo ello dentro de su contención, por lo que encontramos que el rol de Bell ha sido bien aprovechado por la actriz.
La dirección ha pasado a las manos de Ed Gass-Donnelly, y ha sido lo más contundente posible, por lo que no veremos ninguna floritura especial en su realización, por lo que aquellos que esperen algún plano secuencia estilo Cuarón, o algún recurso estilístico a lo Wes Anderson tendrán que mirar a otro lado, ya que en esta producción se ha limitado a mostrar la historia sin ningún adorno destacable. En definitiva, en cuanto a realización nos encontramos con un planteamiento cinematográfico poco imaginativo.
Otros de los puntos en los que más adolece esta producción, es en su manera de provocar miedo en el espectador. Mientras que la primera entrega lo que ofrecía era mostrar una intriga y suspense durante todo el metraje, en esta secuela se ha optado por el camino más fácil y menos satisfactorio para el que en realidad disfruta el cine de terror: los sustos fáciles. Todo el largometraje está repleto de esos golpes de música y el típico susto de personaje se acerca muy rápido a cámara o cosas por el estilo. Este abuso de este tipo de recurso llega a ser tan abusivo que hasta la propia protagonista dando un paseo por la calle es un momento aprovechado para asustar vilmente al espectador con un perro que ladra desde una valla, por poner un ejemplo. Todo ello provoca que no paremos de salir de la historia, ya que cuando está contando algo interesante en la trama, al director no se le ocurre algo más efectivo que darnos un susto barato, lo que provoca que después de cinco de estos espasmos prefabricados, ya estemos curados de espanto para el resto del filme, y lo peor de todo, que ya nos esperemos los sustos y para rematar la faena, podamos acertar en la mayoría de ellos.
Susto fácil
Con este básico ejercicio de repetición, hace que lo que es miedo, no haya en todo el metraje, ya que si bien ya conocemos la fórmula de que ahora toca susto y ocurra, hace que baje el listón de la cinta, ya que no conseguiremos entrar verdaderamente en la atmósfera de la historia, ya que un susto desubicado nos volverá a apartar de la atención de la trama. La trama en si ha sido tejida basada en algunas premisas básicas, y en ocasiones, sentimos que los personajes han sido introducidos con calzador, por lo que no nos sorprendamos si aparece alguien de la nada, le dice dos cosas a la protagonista, y ésta le sigue ciegamente, ya que el guión no se ha esforzado en ofrecernos unas historias ricas en el resto de personajes que no sea la protagonista, por lo que nos encontraremos con cierto vacío en todo lo que no tenga que ver con ella, y pese a que en algún momento haya algún atisbo de trama secundaria, todo ello queda enterrado por el camino que nos guía la cámara, dejando por ello, muchas preguntas por responder sobre el porqué de algunos personajes secundarios.
Con El último exorcismo: Parte 2, nos encontramos pues, con una producción que no ha sabido mantener una coherencia visual o temática con la primera entrega, y conservando a su protagonista principal y la historia que tras ella se crea, ofrece una secuela que podía haber sido muy fácilmente innecesaria. Todo ello es una verdadera lástima, ya que la original consiguió ser un éxito mediano para una cinta pequeña pero con alguna que otra idea clara, y claro, al verse que las producciones de poco presupuesto se han convertido en una fuente de oro para muchos productores ágiles, han convertido a esta segunda entrega en un intento por atraer a la audiencia a las salas para ver una cinta que flaquea en muchos de sus puntos, y lo que es más alarmante para una producción de este tipo: no llega a dar verdadero miedo, y si algún punto lo consigue, será cortado de cuajo por un susto facilón.
En definitiva, El último exorcismo: Parte 2 es, como su título, una incoherencia de desde el comienzo, que durante la primera mitad de su metraje parece que puede mostrarnos algo más de lo que en realidad ofrece. A ello tenemos que sumarle la extraña decisión de querer romper con el lenguaje visual que dejó su primera parte, la infinidad de sustos fáciles y tontos que abundan en el metraje, y sobre todo, la sensación de que esta segunda entrega podía haber sido omitida sin suponer ningún trauma para el que disfrutara de la primera parte, y que en lugar de saber jugar las cartas dejadas en su anterior historia, ha decidido ir por libre y no contentar ni al público que espera una continuación atractiva ni a los amantes del terror, que en una nueva ocasión, tendrán que mirar hacia otro lado de la cartelera si quieren encontrar un filme que les horrorice (en el buen sentido) mejor de lo que consigue esta producción, que ha intentado estirar demasiado una historia que, con otro punto de vista, podía ser incluso atractiva, pese a que los poseídos comiencen ya a abundar demasiado en el género de terror.