Bacurau
Sinopsis de la película
En un futuro cercano. El pueblo de Bacurau llora la muerte de su matriarca Carmelita, que falleció a los 94 años. Algunos días más tarde, los habitantes se dan cuenta de que el pueblo está siendo borrado del mapa…
Detalles de la película
- Titulo Original: Bacurau
- Año: 2019
- Duración: 132
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Opinión de la crítica
Película
6.3
97 valoraciones en total
El universo aparece en una enorme pantalla. Estrellas y astros flotan, grabados en Panavision. La Tierra irrumpe en la imagen y al acercarse a nosotros, no es ni América del Norte ni Europa quien ocupa nuestro campo de visión, sino Pernambuco, localización improbable de las películas que empiezan con un plano del espacio. Allí conoceremos, en algún momento dentro de unos años como bien anuncian los créditos, el pueblo de Bacurau: una comunidad, otrora autosuficiente, que a duras penas sobrevive tras que una presa les cortase el acceso al agua.
No hay un personaje que podamos considerar el protagonista de la película, sino que el protagonista es el propio pueblo que da título al film. Al igual que en el cine de Einsenstein, en los albores del cine político, el protagonista es colectivo, la multitud que ha de rebelarse contra el opresor. Y se trata, de hecho, de una multitud de lo más varopinta: médicos, profesores, campesinos autónomos, criminales, putas, blancos, negros, mestizos, heteros, homos, cis y trans. La actriz que hace de Carmelita es una conocida activista indígena en la vida real. Sonia Braga en representación de la alta cultura carioca y el papel de Lunga, el sanguinario criminal exiliado recae en Silvero Pereira, una famosa drag-queen en el país.
Bacurau es una denuncia del futuro que alcanzó al equipo antes de terminar la película y que ya está aquí. Un modo de vida tradicional y sostenible que el poder quiere arrasar. Unas comunidades que han de ser exterminadas. Unos habitantes que han de ser vendidos al mejor postor. Otros habitantes que se venden con sumo gusto al mejor postor. Bacurau es un pueblo obligado a recordar su pasado para poder hacer frente al presente. Una aldea en la que el museo del pueblo cobra importancia vital. Los indígenas exterminados hace siglos, las revueltas campesinas que se levantaron en armas. Esas armas ahora crean manchas de sangre en las paredes que no pueden borrarse, pues entrarán en la historia.
Sorprende ver la película desarrollarse poco a poco, pasando de manera imperceptible de un género a otro. Sin desentonar pero descolocando al espectador. Comenzamos integrándonos en el pueblo, reconociendo al Mendonça de Aquarius en ese retrato de la vida cotidiana en Bacurau. La escuela, el ambulatorio, las plantaciones, el prostíbulo… Todo comienza con el entierro de la matriarca indígena. Para soportar el dolor de la pérdida hay que hacer uso de psicotrópicos que hacen que veamos el agua desbordar el ataúd. Hoy ya he visto dos muertos Una escena magnífica.
Pero poco a poco la vida comienza a verse perturbada. El profesor descubre que el pueblo ya no viene en el mapa. ¿Hay que pagar para aparecer en el mapa? pregunta un inocente alumno que nos hace reír. Pero esa risa enseguida se congela pues en el mundo en que vivimos, no sería extraño que eso ocurriera un día. Una noche una estampida de caballos invade las callejas del lugar, horas antes que dos turistas aparezcan haciendo motocross.
Con el componente exótico intanto, el cine brasileño comienza a abrirse al mundo completamente deshinibido de cualquier complejo, con la moral muy alta y enormes dosis de ambición, que ya no se limitan a un tipo de cine social, para adentrarse en terrenos de pura fantasía.
Pese a lo dicho, los directores Juliano Dornelles y Kleber Mendonça Filho, desde su propio guión original, se las arreglan para introducir, en su particular cajón de sastre, un leve atisbo de la situación social y política que vive el país carioca en la actualidad, aunque no sea esa su verdadera y única razón de ser, encauzada hacia los estertores de un relato distópico más bien salvaje.
Incluso con el riesgo asumido, de entregar a Udo Kier parte del protagonismo de la cinta, Bacurau supera relativamente el gafe de sus propios excesos, y discurre narrativamente gracias a sus estruendosos golpes de efecto, con más de una escena potente y rebosante de energía, y buenas dosis de brutalidad, de esa positiva, que suele hacer vibrar por momentos, al mejor aficionado a ese tipo de cine instalado en el exceso.
En contra, algo más de 130 minutos de duración se antoja como un metraje excesivo, provoca una serie de tránsitos superfluos entre escenarios, y acusa lentitud en su exposición, pese a que finalmente consigue encajar casi todas las piezas, que siempre quedan mejor resguardadas, en cuanto a lo que originalidad se refiere, bajo un ritmo más frenético.
Completa el reparto la veterana Sonia Braga, secundada por un grupo de actores nativos, bien escogidos para el aspecto que porta un film luminoso y estéticamente impecable, rodado con pulso firme, algo que lo ha llevado a encumbrarse en los diferentes festivales, no en vano, ha obtenido suculentos premios en territorios tan dispares como Cannes o Sitges, siendo este último, el hábitat natural de tan peculiar planteamiento.
Para terminar, este curioso Western retro futurista, encontrará seguro una fiel legión de seguidores, cuesta entrar en su cuidada fantasía rural, y ese costumbrismo del que abusa, unido a un ritmo tranquilo, provocará que a la mayoría le resulte un trago seco y amargo, pero esa atrevida y mencionada originalidad de la que hace gala, unida a su capacidad para permanecer en la memoria, la convierten en un título a mencionar, dentro de un planeta cine tan convencionalmente globalizado.
(Películas del 29 Fancine: Festival de Cine Fantastico Universidad de Málaga)
Excelente film coproducido entre Brasil y Francia, aunque de espíritu genuinamente brasileiro, con su costumbrismo mágico y las ramificaciones interpersonales entre las humildes gentes de un lugar recóndito y su tierra y ancestros.
La cinta es una continua sorpresa, no en vano se va cambiando de registro a cada instante, pasando de géneros con frescura y agilidad.
Es cierto que tiene mucho parecido en su fondo con otro filme estadounidense también del 2019, que tuvo prohibida su exhibición en las salas comerciales, pudiéndose ver sólo en alguna plataforma. Pero eso no le quita un ápice de valor, primero porque no se sabe cuál fue la primera y segundo porque la forma, su espíritu no pueden ser más diferentes.
Está muy bien dirigida por dos personas que también son autores del guión, rico en sugerencias y en situaciones con un gran poder evocador hasta llegar a una violencia que en todo momento se ve venir pero no por ello resulta previsible no tópico.
La unión del pueblo frente a peligros externos que desean perturbar la paz sale a flote, dejando de lado las diferencias entre las diversas personas que la conforman.
Soberbia puesta en escena, con preciosa fotografía a toda pantalla y buenas interpretaciones, con Udo Kier y la cada vez más grande Sonia Braga a la cabeza.
Una cinta recomendable, quizás algo larga en su metraje (algunas escenas de su parte final podrían haberse aligerado un tanto) y entretenimiento asegurado.
No deja indiferente a nadie y tiene gran personalidad.
https://filmsencajatonta.blogspot.com
El humor negro funciona, la historia, en sí, es buena, la dosificación de la información inteligente, y el contenido político interesante (nunca está de más arremeter en el cine contra energúmenos como Bolsonaro).
No obstante, tenemos algunos problemas de ritmo, unos personajes tópicos, y una violencia estilizada, con planos detalle de cráneos explotados y demás lindezas totalmente fuera de lugar que son meros efectismos.
Estos factores impiden que podamos tomarnos la película en serio, y por tanto su impacto como sátira se ve debilitado.
Y a las 22:30, esta vez refugiados de la algarabía en el sosiego de la Sala 2, pudimos disfrutar del que sin duda era el plato fuerte de esta muestra. Una de las últimas películas que me restaba por ver de la Sección Oficial de Cannes 2019 donde, además, se hizo con el premio del Jurado ex-aequo. Se trata de Bacurau, la nueva película de Kleber Mendonça Filho tras la atractiva Doña Clara, que en esta ocasión fue acompañado en la dirección por Juliano Dornelles. El pequeño y humilde pueblo de Bacurau, al sur de Brasil, se encuentra aislado del resto del país por obstrucciones en la carretera, y necesitan que les traigan el agua de fuera con un camión cisterna. Tras el funeral de Carmelita y el regreso de familiares y amigos, se empiezan a percatar de que el pueblo ya no aparece en los mapas, y de que el satélite les está bloqueando la señal telefónica. Tras la llegada de algunos forasteros y algunos altercados cercanos, pronto descubrirán que están siendo asediados, y que más pronto que tarde deberán enfrentarse a un peligroso y misterioso enemigo. Un delicioso perro verde fílmico, una bendita marcianada, de esas que saben a gloria en el contexto de la Muestra y que brillan con luz propia. Una obra fascinante, irregular e indescriptible, pero rica y muy sugerente a varios niveles. Un desafío a las convenciones, un perpetuo planteamiento de formas establecidas utilizadas de manera heterodoxa. Un neo-western costumbrista visualmente atípico y deslumbrante que nada sin miedo ni cargo de conciencia por las turbias aguas de lo impredecible, lo aleatorio. Una película anómala que probará muchas paciencias y que es preciso aceptar con la mente abierta para disfrutar su juego, coqueteando de continuo con un absurdo lógico bien entendido. Una película que es un barroco y desenfado ejercicio de estilo, un homenaje en clave satírica al universo de Leone y demás Spaghetti Westerns que utiliza sus tropos con una ligereza auto-consciente que desestabiliza al espectador (movimientos de grúa, planos detalle de bocas, planos extremadamente cerrados, cortinillas desfasadas), casándolo en un sorprendente maridaje con la sensibilidad del drama social localista del cine previo de Mendonça e induciendo con armonía una crítica al capitalismo americano. Película demasiado larga y descompensada de ritmo, irregular, pero sumamente atractiva y que, por supuesto, recomiendo con convicción.